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Astrofotografía para principiantes

 

Artículos publicados en el boletín "ESTELA" a partir del Nº 93.  Rogamos se cite su procedencia en caso de reproducirlo total o parcialmente.
Rafael Ortega Prieto

  1. Los dispositivos »
  2. Los primeros pasos »
  3. Caza mayor: a por las grandes piezas »
  4. Más y más estrellas (Construcción de una plancheta ecuatorial) »

 

1. LOS DISPOSITIVOS.

Ya desde la prehistoria el hombre se ha dedicado a obtener imágenes perdurables de los objetos y fenómenos que existen en el cielo. En la actualidad esta tarea es mucho más gratificante gracias a la fotografía (aunque no le niego a nadie la posibilidad de ponerse a tallar estrellas en la piedra).

Hoy la fotografía astronómica está al alcance de cualquiera, el único requisito es poseer estas tres cosas: paciencia, paciencia y... paciencia. Al margen de esto también es interesante disponer de ciertos mecanismos para poder retratar el cielo (o lo que se tercie).

El primero y más importante de estos elementos es el trípode. Como iremos viendo para fotografiar cielo nocturno es necesario que la cámara esté perfectamente asentada y fija puesto que, en caso contrario, todas nuestras fotos podrán convertirse en auténticos espectáculos de luz movida.

Otro elemento de gran aceptación en esto de la fotografía es la cámara fotográfica (aunque todavía no sé el motivo). Una cámara no es más que una caja con un agujerito tapado por una persiana; cuando apretamos el botón de disparo la persiana se levanta y deja entrar luz en la caja, para que la película que está en su interior quede expuesta (la luz "quema" los productos químicos que impregnan la película y estos reaccionan tomando distintos colores, formando lo que denominamos negativo). En el mercado podemos encontrar múltiples opciones y modelos que podemos elegir en función de nuestros fondos y necesidades y de las que destacaré:

  • La cámara de bolsillo: cámara convencional que casi todos llevamos a las excursiones y fiestas de cumpleaños de los niños. En la actualidad nos encontramos con modelos con zoom que nos van a permitir realizar acercamientos con lo cual disponemos de margen para seleccionar el tipo de objeto que nos interesa. Sin embargo su funcionalidad está muy limitada debido a la imposibilidad de alterar el tiempo de exposición que, como veremos más adelante, es una de las variables que el fotógrafo más ha de tener en cuenta para obtener una buena imagen. La principal utilidad de este tipo de cámaras son las fotos de paisaje estrellado y las salidas y puestas de sol, para los cuales no es necesario ni tiempos de exposición largos ni grandes acercamientos.
  • La cámara réflex, o el artilugio con napia que sirve para hacer fotos: La gran diferencia con la cámara de bolsillo radica en que lo que vemos por el ocular (ventanita por la que se mira) es lo que se está captando por el objetivo (esa cosa grande y alargada que está delante de la cámara), gracias a unos espejos situados en el interior del cuerpo de la cámara. En este tipo de cámaras también tenemos gran variedad de modelos, con la posibilidad adicional de poder cambiar de objetivo e incluso, mediante un adaptador, acoplarlo a un telescopio. Con este tipo de cámara vamos a poder jugar con tres variables: tiempo de exposición, apertura de diafragma y acercamiento.
  • El tiempo de exposición es quizá la variable más importante a dominar en fotografía astronómica puesto que la luz de las estrellas resulta muy débil para poder ser captada en un instante y necesita exposiciones más o menos largas, para lo cual es imprescindible la posición B: posición en que el obturador de la máquina —la persiana que deja pasar la luz— permanece abierto indefinidamente hasta el momento que le indiquemos que se cierre o hasta que se agoten las pilas —en el caso de que la maquina sea electrónica—.
  • La apertura de diafragma controla la cantidad de luz que va a llegar a la película, lo cual nos da la posibilidad de elegir entre detalles (diafragma cerrado, necesita más tiempo de exposición, pero se captan más matices) o intensidad (diafragma abierto, necesita menos tiempo pero se plasman menos detalles). Esto es como comer algo saboreando como un gourmet, lo que hace que vayamos más despacio pero captando cada matiz, o bien ponerse ciego porque tenemos un hambre canina, en cuyo caso lo que importa es la cantidad a ingerir. El secreto está en el término medio, jugando con los tiempos de exposición y la apertura para adaptarlos a cada elemento a fotografiar.
  • La apertura de objetivo nos permitirá hacer fotos de conjunto o bien centrarnos en elementos muy concretos. Gracias a ella podremos hacer tanto fotos de zonas completas del cielo (abarcando constelaciones enteras) y fotos de estrellas o planetas aislados (que pueden ser magnificados mediante el uso de teleobjetivos) con la misma cámara.

Este tipo de cámaras las encontramos en muchos casos totalmente automatizadas, lo cual para la fotografía astronómica resulta totalmente inútil (una cámara automática no es capaz de enfocar en el cielo nocturno), aunque resultan muy interesantes para hacer fotos en otras condiciones, por lo que al adquirirla hemos de tener la precaución de comprobar si se puede utilizar en modo manual.

  • La cámara Schimt. Que básicamente es un telescopio en el que se pueden insertar placas fotográficas. Estos artilugios ya se salen del presupuesto de cualquiera aficionado y requieren condiciones ambientales perfectas.
  • La C.C.D. (Coupled Charge Device, en castellano dispositivo de carga acoplada). Todavía fuera del alcance del aficionado de a pie pero asequible para grupos de amigos o asociaciones (o aquel aficionado que pueda desembolsar una pasta en telescopio, trípode especial, cámara y ordenador). Este tipo de cámara no utiliza película fotográfica sino un chip que es altamente sensible a la luz, lo que permite tener imágenes mucho más rápido y nos libra de la tarea (o el precio) del revelado. Las imágenes son digitalizadas, lo cual nos permite retocar y aplicar todo tipo de efectos y filtros hasta obtener el resultado deseado. Los dispositivos C.C.D. están revolucionando el mundo de la fotografía astronómica ya que aficionados con este tipo de cámaras y refractores apocromáticos de 15 cm han podido obtener imágenes con una calidad similar a la de cámaras Schimt de 120 cm. Además la informatización permite mayor precisión, que redunda en la posibilidad de utilizar este tipo de imágenes para la toma de datos.

El tercer elemento que vamos a tener en cuenta, junto con el trípode y la cámara, es la película, que no es más que una tira de poliéster impregnada con una emulsión fotográfica. También aquí existen múltiples formatos pero para comenzar, y dada la relación calidad–precio-disponibilidad en el mercado, lo más interesante es la película de 35mm., que es el formato que utilizamos casi todos para hacer fotos (vale, está de moda el formato APS, pero eso es sólo para los que se compren cámaras que permiten varios formatos fotográficos y que al final se usa como una 35mm. corriente). Lo de 35 mm. se refiere al ancho de la película (realmente el cuadradito donde se plasma la imagen es de 36x24 mm. pero,a efectos prácticos, ha quedado el ancho completo como referencia).

Estos 35 mm nos sirven como referencia a la hora de manejar la apertura de objetivo. Así una apertura de 500 mm. significa que estamos sacando una foto en una película que mediría 50 cm de ancho, manteniendo la proporción que tendríamos en la película de 35 mm. Al traspasarlo al formato de película que realmente tenemos en la cámara lo que fotografiaremos es lo que aparece en el centro:

Proporciones

Otro aspecto a reseñar son esos numeritos que nos encontramos al adquirir película. En condiciones normales no nos preocupamos mucho por esos valores (100, 200,... ASA, ISO,...) y nos decantamos por el carrete que nos regalan en la tienda al realizar el revelado. Sin embargo, en desastrofotografía, digo... astrofotografía resulta muy importante controlar esta variable (una mala elección de película puede convertir una serie de fotos en inservibles, aunque quizá una buena también, pero esa es otra historia).

El numerito en cuestión indica el grosor del grano. Uno se preguntará ¿qué es eso del grano? ¿es que en los laboratorios hay granjas avícolas y no nos hemos enterado? La fotografía se basa en la pigmentación de unos productos químicos que adquieren una determinada coloración al reaccionar con la luz que les llega. Estos productos impregnan la película como una especie de polvillo cuyas partículas son lo que denominamos grano. Podemos comparar la superficie de la película con un campo de dianas que tienen unas bombillas de colores que se van a iluminar cuando una flecha impacte en la diana, adquiriendo un determinado color en función del tipo de flecha que active el sistema (las diferentes longitudes de onda afectarán de modo distinto al sustrato de la película produciendo distintos colores). Así una película de grano grueso supondría un campo de dianas muy grandes y que por tanto necesita pocas flechas para activar todo el circuito de tiro –son necesarios relativamente pocos fotones para obtener una impresión- ; y una película de grano fino sería un campo con dianas pequeñas, que por tanto necesita muchas flechas para ser completada (será necesaria una mayor cantidad de luz para obtener una impresión).

Tenemos entonces que dependiendo del grosor del grano se va a capturar diferente cantidad de luz, siendo esta captura más rápida cuanto más grueso sea el grano, lo cual resulta adecuado cuando el elemento a fotografiar está muy poco iluminado (la fotografía del firmamento suele suponer fotografiar en la más completa oscuridad) o cuando disponemos de poco tiempo para realizar la exposición (el paso de una estrella fugaz va a suponer escasos instantes para plasmarlo).

El otro elemento a tener en cuenta a la hora de seleccionar el tipo de grano que nos conviene (recordemos que en fotografía todo lo que ganamos en un sitio lo perdemos en otro) es la definición de la imagen. Supongamos que tenemos una gran lupa que nos permita ampliar mucho un fragmento de la foto (en este caso utilizaré para que se vea la diferencia la resolución de imagen en un ordenador, que nos va a producir el mismo efecto pero en cuadraditos en vez de en partículas más o menos redondeadas).

En esta figura, la imagen de la derecha (para el que esté interesado, es el Mar de la Tranquilidad, con Aristóteles y Eudoxo en la esquina superior izquierda) está formada por cuadrados más grandes, con lo que la imagen es más tosca y menos definida:

Mar de la Tranquilidad

Por tanto una película de grano fino nos va permitir fotografiar detalles con gran nitidez (fotografías de los accidentes de la luna) y que le permite soportar mayor cantidad de luz (fotografía de planetas).

Para saber qué película adquirir indicaremos que cuanto más pequeño sea el número que aparece en la caja del carrete, más fino será el grano y cuanto mayor sea el número más grueso será.

Si nos fijamos, entonces, tenemos numerosas variables para poder sacar el máximo rendimiento a una fotografía:

Grano de la película; la película soporta mayor o menor cantidad de luz y permite obtener más o menos detalle.

Apertura de diafragma; que como indicamos influye también en la definición de la imagen. La apertura se expresa en unos valores (en un cámara réflex manual están dispuestos en un anillo en el objetivo) que quedan definidos por la relación entre la apertura del diafragma y la distancia a la lente (del mismo modo que en el un telescopio la focal vine dada por el tamaño del espejo y la distancia al ocular). Curiosamente esta escala es a la inversa, de manera que una F 22 representa una apertura menor que un F 5,6.

Esta misma curiosidad se produce en la escala de tiempo donde 2000 es mucho menos tiempo que 90. En este caso tanto uno como otro representan fracciones de segundo, así que realmente tememos 1/2000 frente a 1/90 de segundo.

Con todo lo anterior ya tenemos material suficiente para comenzar a apretar el botón, y ahora, ¿qué podemos fotografiar?


 

2. LOS PRIMEROS PASOS.

Como indicamos en el artículo anterior ya tenemos la cámara fotográfica marca “ACME” con todos los dispositivos necesarios: trípode, cable disparador, objetivo réflex de múltiples aperturas, rayo de la muerte de la guerra de las galaxias... ¿?, (bueno, los anteriormente mencionados salvo el último), pero ¿qué fotografiamos?

Empecemos por lo más sencillo, fotografiar trazos de estrellas. En un lugar despejado y en condiciones de oscuridad total colocamos la cámara sobre el trípode y enfocamos un objeto concreto que nos interese (el enfoque de estrellas con una cámara de fotos normalita es extremadamente sencillo puesto que para el tipo de objetivos que suelen llevar (35, 50, 80 mm,...) las estrellas se consideran puntos que están en el infinito, por lo que lo único que hay que hacer es girar el anillo de enfoque hasta esta posición) y dejar que la película se quede expuesta a la luz durante un largo periodo de tiempo. La imagen resultante será una serie de líneas provocadas par el paso de las estrellas que, en su desplazamiento por el cielo (realmente la que se mueve es la Tierra pero aquí no vamos ha hablar de las curiosidades del cosmos) quedarán plasmadas de modo continuo (la luz de las estrellas actúa en este caso como unos rayos que van desplazándose mientras queman la película).

Para este tipo de foto lo ideal es utilizar película de grano grueso (mínimo 400 ASA) y la apertura de diafragma ha de ser lo más reducida posible para evitar que el exceso de luz producido par la larga exposición nos estropee la imagen.

Este tipo de fotografía resulta interesante, entre otras cosas para comprobar el movimiento de rotación de la Tierra y para apreciar con claridad los diferentes colores de las estrellas. Otra utilidad de esta técnica es la de detectar y fotografiar objetos diferentes a las propias estrellas (meteoros, satélites artificiales...) que vana a dar un trazo distinto al resto de objetos.

Quizá la fotografía de este tipo que más atrae al principiante dada su sencillez y resultados espectaculares el denominado túnel de estrellas:

Túnel de la Polar

Siguiendo los pasos indicados con anterioridad se apunta a la estrella Polar y dejamos al menos una hora abierto el obturador obteniendo resultados como el de arriba, con círculos de luz concéntricos alrededor de la Polar.

Siguiendo este tipo de método tenemos también la posibilidad de “cazar”. Con película de grano muy grueso procedemos a realizar la foto de trazos con la esperanza de que alguna estrella fugaz pase por el encuadre en ese momento. Para obtener los mejores resultados tendremos que abrir el obturador al máximo que permita la cámara (la f más pequeña que tengamos) y enfocar el campo lo más amplio posible) Con paciencia y habilidad se pueden obtener imágenes como ésta:

Leónidas

Imagen obtenida durante la tormenta de leónidas del 66. La foto en cuestión fue obtenida con una exposición de 3.5 minutos con película Tri-X a f/3.5 enfocando al radiante -leo-. (esta foto en cuestión ya es de profesionales, en concreto de Denis Milton). En el negativo original se podían observar hasta 70 trazos de fugaces.

Otro tipo de fotos interesantes son las de constelaciones. Ahora hemos de intentar evitar los trazos, por lo que tenemos muy poco tiempo para realizar la exposición. En concreto hemos de tener en cuenta que la velocidad de las estrellas viene determinada en función de su posición con respecto a ecuador celeste; esta tabla puede servir de referencia para saber de cuánto tiempo disponemos en esta latitud:

  • 40 a 50 segundos para de constelaciones circumpolares,
  • 30 segundos para las situadas a 45º de declinación, y
  • 15 a 20 segundos para la más próximas al Ecuador Celeste.

Si disponemos de un gran angular (28 mm o menos) podemos añadir unos cuantos segundos a la exposición.

Para este tipo de fotos de nuevo acudiremos a películas de grano grueso y en este caso la mayor apertura que nos permita la cámara. Esta técnica es buena para obtener paisajes estrellados, por lo que si nos gusta la vena artística podemos utilizar la naturaleza que nos rodea para obtener un motivo que contraste con el cielo estrellado.

Júpiter, Saturno y las Pléyades (Arturo Bravo)

Fragmento de fotografía obtenida por nuestro compañero Arturo Bravo, con Júpiter, Saturno y las Pléyades. La imagen está sacada a tamaño real de una foto hecha  con película de blanco y negro de grano 400, con una apertura 70 mm. y unos 30 segundos de exposición.

En próximos artículos veremos cómo fotografiar elementos como el Sol o la Luna, o cómo conseguir fotografías de larga exposición sin que salgan trazos.

Finalmente quería dedicar unas líneas a la fotografía del grupo que está observando. En el artículo “Ojo”, de Neila G. Campos (ESTELA N° 89), se describía la pérdida de capacidad visual cuando, en medio de la noche, se nos ilumina con una luz.

Una foto con flash en estas condiciones nos deja literalmente cegados, por lo que si se que saca una foto de la actividad lo ideal es hacer una fotografía de larga exposición, aprovechando que la gente apenas se mueve cuando está observando por un telescopio para evitar la trepidación del mismo. La otra posibilidad es hacer la típica foto de grupo al comienzo (cuando todavía es de día) o al final, cuando los objetivos se han cumplido (siempre se puede simular la pose de observación para de dejar constancia de la “actividad intensa” desarrollada esa noche…)

Jóvenes astrónomos

Imagen sacada durante las jornadas “Jóvenes Astrónomos” del verano de 2000 en Torrelavega. La alta contaminación lumínica del entorno impedía dejar más tiempo de exposición pero ya se aprecian telescopios y a la gente “sin que nadie resultara herido”(la imagen original es mucho más clara y en color). En este caso son unos 5 seg. de exposición sobre película a color de grano 400.

Nota:

En caso de dudas respecto a este tipo de fotografías no dudéis en consultarla. Seremos dos los que no tengamos in idea, pero siempre se puede intentar resolver esa duda.


 

3. CAZA MAYOR: A POR LAS GRANDES PIEZAS.

Hasta el momento, nos hemos dedicado a objetos que a través del objetivo estándar quedaban como meros puntos de luz y en los que, debido a los largos periodos de exposición necesarios para captar la mayor cantidad de luz posible, teníamos que estar jugando constantemente contra el movimiento natural de la Tierra para evitar los trazos (aunque, como se ha mencionado éstos son ideales para reflejar el color de las estrellas.)

Disponemos sin embargo de dos objetos que pueden hacer las delicias de cualquier aficionado a la Astronomía y que están al alcance de cualquier fotógrafo, tanto en sus primeros pasos, como con experiencia: el Sol y la Luna.

Estos dos gigantes del cielo no sólo están al alcance de cualquier objetivo sino que además su brillo hace que el tiempo de exposición sea mínimo y que por tanto el seguimiento no sea necesario (salvo que queramos obtener detalles usando el telescopio como objetivo, pero eso es material para otra serie de artículos.) No obstante tenemos una serie de especialidades que iremos desgranando a continuación.

El Sol.

Si se nos ocurre fotografiar el Sol tal y como está lo más probable es que nos quedemos sin cámara ya que las lentes del objetivo concentrarán la luz solar (que ya de por sí es intensa) hasta derretir la película, si antes no nos hemos frito el ojo intentando enfocar. Por tanto la primera medida será la de poner un filtro si queremos fotografiar el Sol sin peligro.

Los filtros los tenemos en varios formatos, desde los Kodak de densidad neutra que resultan bastante caros pero nos dan unos colores cercanos a la realidad, hasta los filtros caseros, como puede ser un cristal de soldador (siempre en un valor por encima del 14 si no queremos exponernos innecesariamente) que nos da una tonalidad verdosa no muy acorde con el color del Sol pero que resulta de lo más práctico si nos interesa fotografiar detalles y no nos importa tanto el aspecto general del Sol (total, si nos acostumbramos a ver los objetos celestes invertidos en un telescopio reflector ¿por qué nos va a molestar un Sol verde?) . Por otro lado tendríamos filtros como los de Thousand Oaks (formados por un polímero de color negro y que los miembros de la Agrupación pueden ver en las gafas que se utilizaron durante el eclipse del 99) o el popularizado Mylar (también muy asociado con el eclipse del 99 -por favor no confundir con el papel de aluminio, los bocadillos no se mantienen frescos más tiempo por utilizar mylar para envolver-) que da una tonalidad verdosa o azulada, según el producto.

El otro elemento importante a considerar es el tamaño del Sol:

Con una distancia focal estándar (35-50 mm.) el tamaño del Sol va a ser de escasos milímetros de diámetro que si no sabemos combinar con otros elementos nos va a dejar una foto muy poco interesante. Para este tipo de objetivos lo ideal es realizar fotografías más artísticas en las que el Sol sea un complemento del paisaje. Las fotos de salidas y puestas de Sol consiguen dos efectos positivos. Por un lado tenemos las tonalidades rojizas propias de estos momentos que dan calidez a cualquier fotografía y un toque omántico y un poco onírico (opinión personal). Por el otro el Sol, cerca del horizonte, resulta aparentemente más grande (esto es debido a que en este caso el disco solar se puede comparar con objetos reales del propio horizonte, con lo que nuestra apreciación cambia notablemente. Además la atmósfera hace de lente aumentando el tamaño del Sol).

De todas maneras estaréis pensando ¿pero no nos ha dicho antes que no tenemos que hacer fotos del Sol sin filtros entonces cómo vamos a fotografiar paisaje alguno? La solución radica en no fotografiar el Sol directamente y usar algún elemento del paisaje para filtrar la luz solar -por ejemplo, utilizando unas ramas para que la luz quede tamizada.

Tanzania

Otro truco interesante (aunque ciertamente artificioso) es el de las múltiples exposiciones: Con un buen filtro hacemos una foto del disco solar con la distancia focal más grande que tengamos (en cámaras normales 70 u 80 mm) y después, sin dejar correr el fotograma, se toma otra foto de un paisaje con una focal menor, con esta técnica podemos realizar fotografías artísticas muy interesantes, pudiendo incluso añadir varios soles de distintos tamaños en una misma escena.

De todas formas normalmente lo que nos interesa es que se puedan apreciar detalles y para ello un teleobjetivo se convierte en una herramienta fundamental (si bien, con un anillo de acople, un telescopio resulta mucho mejor). La siguiente es la típica tabla que aparece en los manuales de fotografía astronómica a la hora de fotografiar un eclipse (fenómeno que trataremos más adelante) pero que nos dará una idea interesante de que fotografiar en cada caso.

 Tamaños de película

Como podemos deducir de esta tabla hasta una apertura de 500 mm o más no tenemos muchas opciones de fotografiar detalles del disco solar y es a partir de los 1000-1200mm cuando podremos obtener imágenes interesantes de manchas solares. Para fotografiar la evolución de grupos de manchas una apertura menor puede ser suficiente, pero si queremos fotografiar fáculas tendremos que acudir a la máxima apertura disponible).

Sol a 2000mm

Por supuesto estas fotografías del Sol exigen la apreciación del mayor grado de detalle posible, por lo que utilizaremos películas con grano 100 o inferior. Tengamos en cuenta que en estas fotos los que nos sobra es la luz por lo que no es necesario ni una larga exposición (alrededor de un segundo es un espacio de tiempo suficiente en la mayor parte de los casos) ni una gran apertura de diafragma (permitiéndonos así obtener mayor precisión en los detalles).

Finalmente, la verdad es que se podría ampliar mucho la información sobre cómo retratar el Sol, pero hemos de tener en cuenta que estamos empezando, y para intentar fotografiar la corona o las fulguraciones necesitaremos un artefacto especial como es el coronógrafo o bien esperar al próximo eclipse (para entonces espero haber preparado un artículo sobre cómo fotografiarlo).

La Luna.

El otro grande es en este caso otra. La Luna es quizá el objeto más observado y fotografiado, debido a la facilidad que ofrece este satélite para ser retratado y la espectacularidad del resultado.

Al igual que ocurre con el Sol, la Luna es un objeto muy brillante que permite hacer fotos con tiempos de exposición pequeños (menos de un segundo) y con película de grano fino (recomendamos 100 ASA o inferior) obteniendo imágenes con multitud de detalles incluso con distancias focales pequeñas.

Con una distancia focal estándar, al igual que con el Sol, lo ideal es combinar la imagen de la Luna con algún paisaje o elemento.

Luna y puente de Londres

Si lo que queremos es fotografiar es la orografía lunar (mares y cráteres, no minas auríferas, que por allí no se estilan) deberemos evitar la Luna llena. No es porque nos llenemos de pelo y nos crezcan colmillos, sino porque el exceso de luz que incide en la Luna hace que se pierdan matices: tengamos en cuenta que lo que estamos haciendo es fotografiar un objeto iluminado totalmente de frente, con lo que perdemos todas las sombras y por tanto todo el contraste. Lo ideal es fotografiar la Luna durante los cuartos, disminuyendo así la cantidad de luz que refleja este astro (que podría velarnos la película) y aumentando las sombras y los contrastes, pues la luz viene de lado.

Además, cuando estas fases están en su límite (cuando sólo una pequeña porción de la Luna está siendo iluminada) podemos fotografiar la Luna con la luz cenicienta (que, como es sabido, es la luz que se ha reflejado en la Tierra y después en la Luna: ver imagen.)

Luna

Lo que hacemos es no hacer ni caso al exposímetro (en realidad en fotografía astronómica el cacharrito en cuestión no es que sea una gran ayuda) y realizar una foto con larga exposición (unos 10 seg.). El resultado es una porción de Luna sobreexpuesta y el resto en un tono gris oscuro, que es la parte iluminada por la luz de la Tierra (eso sí que sería una foto, la Tierra fotografiada desde la Luna, pero aquí hablamos de cifras astronómicas -y no me refiero precisamente a distancias-).

Estas fotografías son para distancias focales pequeñas. Si disponemos de objetivos de mayor tamaño iremos a por los cráteres. La zona ideal para fotografiarlos es el terminador (la línea que separa luz y sombra) ya que aquí el contraste es máximo, permitiéndonos obtener gran cantidad de detalles. La imagen con luz cenicienta también es posible pero nos haría falta algún dispositivo se seguimiento (de los que espero hablar algún día).

Dejo para otro artículo el momento en que Sol y Luna forman un solo modelo fotográfico, los eclipses, que suponen un reto distinto que merece tratarlo con independencia (además si sigo añadiendo cosas a este artículo la editorial me corta el cuello).

Finalmente incluyo una tabla que resulta muy útil para fotografiar la Luna en diferentes momentos.

Tabla exposición Luna


 

4. MÁS Y MÁS ESTRELLAS.

(Construcción de una plancheta ecuatorial).

Con todo lo aprendido hasta ahora podemos lanzarnos a la aventura y, emulando a los japoneses, sacar fotografías del cielo hasta que el carrete aguante.

Tenemos un día maravilloso (corrijamos, una noche maravillosa) y nuestra cámara, en este caso una réflex con una f máxima de 3’5, está preparada y cargada con una película para diapositiva de grano 400. Nuestra primera presa será un objetivo fácil, apuntaremos a la Osa Mayor (grande, brillante, fácil de reconocer... ¿qué más queremos?). Teniendo en cuenta que es una constelación circumpolar, encima tenemos un margen de tiempo bastante alto (unos 45 segundos)

Preparamos el cable, apuntamos, contenemos la respiración... y disparamos. Nuestra primera pieza para la colección pero...

Cuando vamos a revelar (aviso; siempre, siempre, SIEMPRE hay que indicar que las fotos que llevamos son fotos nocturnas y que no se va a ver nada salvo puntitos, y que por tanto nos tiene que hacer copia de todo) y el resultado es más o menos éste:

Foto nocturna

Como podemos observar (el original se ve mucho mejor) se aprecia el carro y algunas estrellas más, pero mucho menos de lo que podríamos esperar de una foto de un cielo plagado de estrellas. El problema radica en que no se ha impreso totalmente la imagen en la película porque la escena es muy oscura.

Para solucionar este problema tenemos tres posibles sistemas:

El primero consiste en utilizar película más sensible, que resulta un poco más cara y con una definición peor, pero a cambio obtenemos resultados como estos:

Osa Mayor

Con película de grano 3600 podemos apreciar muchas más estrellas y acercarnos a la magnitud 5, con lo que podemos ver claramente toda la Osa (cabeza y patas) y alguna estrella más.

La segunda posibilidad es utilizar un objetivo más luminoso, pero es horriblemente caro (lógicamente no muestro foto de los efectos, pero os puedo decir que las maravillosas fotos de paisajes estrellados de las revistas están hechas casi siempre con una f inferior a 1.5)

Finalmente tenemos la solución definitiva: Ganar tiempo. Lo que haremos es tomar fotografías de larga exposición, para evitar los trazos vamos a usar un dispositivo de seguimiento propio de Bond, James Bond: la plancheta ecuatorial.

La verdad es que no es para tanto (si lo he podido construir yo lo puede hacer cualquiera).

La plancheta es un aparato que permite (mediante un mecanismo simple) emular los sistemas de seguimiento motorizados de los telescopios. En la bibliografía y en Internet podemos encontrar múltiples modelos, cuyo único punto en común es emular un movimiento circular en sentido contrario al movimiento de la Tierra con la misma velocidad de giro.

En este caso el modelo elegido no puede ser más simple:

Plancheta ecuatorial

Para hacer este modelo es necesario:

  1. Dos planchas de madera de unos 2 cm. de grosor, de 15x30 cm aproximadamente (en esta medida no hace falta ser demasiado preciso).
  2. Una bisagra de piano de 15 cm de largo.
  3. Un tornillo de 5 mm de diámetro y paso 1mm, de 6 centímetros de largo o más, y dos piezas de embutir para ese tornillo (dos chismes que conocen en las ferreterías y que son para poder acoplar el tornillo a la madera).
  4. Una tuerca ciega de punta semiesférica para el tornillo de antes y una placa de metal.
  5. Un volante (yo uso un tapón de botella de leche sujeto por una tuerca y un par de arandelas).
  6. El tubo de un bolígrafo con un poco de masilla azul (nos va a servir de buscador de la Polar).

Además nos hará falta un taladro (u otro chisme para hacer agujeros), un martillo (herramienta multidisciplinar) y los accesorios fotográficos (trípode y rótula, a los que dedicaré un apartado final).

El proceso de montaje es sencillo, pero necesitará ser lo más preciso posible, porque es aquí donde vamos a hacer que la plancheta realice el movimiento al ritmo de la Tierra y no al del tiovivo de los Jardines de Pereda:

Nuestro mecanismo se basa en una relación trigonométrica que se traduce en un movimiento angular (buscamos que el ángulo aumente una cantidad determinada cada minuto). La fórmula sería R=px 228’5, siendo p el paso del tornillo en milímetros y R la distancia desde la bisagra al punto donde debemos poner el tornillo y en este caso, como el tornillo es de paso 1, tendremos que hacer el agujero a 22’85 centímetros del extremo de la plancha donde hemos colocado la bisagra:

Plancheta 2

Una vez que hemos practicado el “bujero” (una broca del 7 mm es la más indicada) colocamos las piezas de embutir en ambos extremos, para luego pasar el tornillo por su interior y comprobar que se desliza suavemente.

Cuando tenemos esto podemos colocar la bisagra y la otra placa, con lo que ya hemos terminado el dispositivo en sí. Ahora nos queda colocar en el tornillo el volante (hacemos un agujero de 5mm de ancho en la tapa de botella blanca, metemos una arandela en el tornillo, después la tapa agujereada y finalmente otra arandela, sujetándolo todo con una tuerca).

Para que el movimiento sea más fluido todavía, cuando instalemos el tornillo para ser usado, colocaremos la tuerca ciega en su extremo que hará contacto con la chapita de metal que habremos pegado previamente a la madera.

Ya tenemos la plancheta fabricada. Ahora nos falta montarla sobre el trípode y añadir la cámara:

Para lo primero necesitamos que el trípode sea bastante sólido (lo ideal es que permita la instalación de cámaras de vídeo u objetos de peso similar). Practicaremos en el centro de la placa inferior (la del “bujero”) un hueco en el que colocaremos una pieza de embutir para el tornillo del trípode (lo ideal es pasarse por la ferretería con la pieza del trípode y allí os darán una solución, en mi caso fue un tornillo con la rosca por dentro que luego incrusté en la madera).

Para lo segundo tendremos que pasarnos por una tienda de fotos buena (o sea, uno de esos sitios donde sí te revelan correctamente las fotos de cielo estrellado) y pedir una rótula fotográfica, que es una pieza articulada donde colocaremos la cámara de tal forma que podamos moverla en cualquier dirección (coged la más simple posible, porque el mercado está lleno de aparatejos a cuál más caro). En este caso para colocarla tendremos que poner en la placa superior un tornillo al que enroscar la rótula.

El resultado será similar al de la imagen aunque algo más simple. Este otro modelo es ligeramente más preciso que el que he propuesto para fabricar, pero sigue el mismo esquema y proporciones, por lo que el que lo desee puede usar este modelo (sólo hay que añadir una tablilla más)

Plancheta 3

Este dibujo pertenece al artículo "Construcción de una sencilla plancheta", publicado en marzo de 2001 por Ángel Sánchez Sánchez en su página fotoestrella.com. Agradecemos al autor su colaboración y recomendamos la lectura de su artículo, que incluye por ejemplo un programa para calcular la distancia a la que hay que colocar el tornillo en cada caso.

Bueno, y lo del tubo del boli ¿a qué viene?.

El bolígrafo nos va a servir para alinear la bisagra (nuestro eje de giro) con la estrella Polar y así ponerla “en estación”. Mediante los controles del trípode haremos que la Polar se vea en el interior del tubo, con lo que ya tendremos todo alineado. Una vez esté en estación lo fijaremos todo de forma que ya no moveremos el montaje hasta el final de la sesión. Lo que haremos es mover la cámara con la rótula para seleccionar lo que queremos fotografiar.

Durante cada foto deberemos dar una vuelta al tornillo cada minuto, con lo que podremos hacer fotos de varios minutos sin que las estrellas hagan trazos (De vez en cuando tendremos que “cargar” el tornillo, girándolo en sentido contrario para volver a tener vueltas suficientes para hacer las tomas que nos interesen.)

Con esta técnica y con sólo 3 minutos obtendremos cosas como ésta:

Osa Mayor

Ver aquí otra imagen obtenida recientemente con plancheta ecuatorial.

Finalmente existe la cuarta y definitiva solución, utilizar la montura ecuatorial de un telescopio (a ser posible motorizada), colocándola en paralelo al tubo o bien, mediante un anillo adaptador, utilizando el telescopio como superteleobjetivo fotográfico. 

El autor, Rafael Ortega, se ha retratado aquí junto a una plancheta  ecuatorial. No es la suya (que por supuesto la tiene y de fabricación propia), sino que ésta pertenece a la Asociación M31 de Bilbao. Está construida según un método similar al que se describe en este artículo.

Rafa y plancheta